Atentas vuesas mercedes,
pues hace ya cuatro siglos
que esta historia sucedió,
en un lugar de Castilla,
rayando con Aragón,
donde el sol no se ponía
en el Valle del Jalón.
La escribió un tal Don Miguel,
dormía en pijama blanco,
la manga zurda cortada,
pues Cervantes era manco.
Le llamaban Don Quijote,
Don Quijote del Pijama,
por la afición a esta prenda
del mundo cobró la fama.
Vivía él tan tranquilo,
lejos de capas y espadas,
leyendo todos los días,
novelas de pijamadas,
a la orilla del Jalón,
con Dulcinea, su amada,
la reina del camisón,
el picardía y la braga.
Tenía un grueso vecino,
hortelano, más bien corto,
Sancho Panza le llamaban,
que cantó sus alabanzas,
mas creo que exageraba,
pues confundía pepinos
con enormes calabazas,
y los chopos del Tejar
con farolas de la plaza.
Tanto pensar en pijamas,
se le apijamó la mente,
salió en busca de aventuras
para salvar a las gentes,
por pijama una armadura
de hojalata, bien caliente,
el de la apuesta figura,
caballero arcobrigense,
de muy noble catadura,
verbo fácil y ocurrente.
Tomó su mejor rocín,
un caballo alucinante
dormía muy elegante
con pijama y calcetín,
¡qué jodío Rocinante!
Ya cabalga Don Quijote
por el valle del Jalón,
calzones de fina raya,
ajustado su jubón.
Llegó a la estación del tren
la imaginó como antes,
pijamas por todas partes,
ferroviarios currantes,
y un gigante sinvergüenza
los mandaba a Villaverde,
a Zaragoza o Sigüenza.
Se encontró con un Castillo
y pensó que era un hotel,
se metió en el agujero
pidió habitación “pa” tres.
Durmióse en cualquier lugar:
en marzo en la Covatilla,
en verano en el tejar,
el pinar de San Isidro
o el rasillo de San Blas.
Y en las fiestas de septiembre
no tenía que buscar,
pues tenía las tres peñas
“pa” poderse cobijar.
Llegó una noche de agosto;
vio a su dama en el balcón
despidiéndole bravía,
sin taparse el corazón,
pues llevaba Dulcinea
descosido el camisón.
Paróse el hidalgo fino
al ver esos dos fogones
y gritóle muy altivo:
te espero tras los picones,
mientras me quito el pijama
tú te quitas los calzones.
Fue así cómo el Ingenioso
Don Quijote del Pijama
se quedó a vivir en Arcos
y de vez en cuando llama,
y nos dice el caballero:
“Disfrutad la Pijamada,
la mejor del mundo entero,
la primera celebrada.
Afinad los instrumentos,
preparad vuestras gargantas,
que dentro de unos momentos,
sonará ya la charanga
y gritaremos contentos:
por ayer, hoy y mañana,
¡¡¡que viva Arcos del Pijama!!!
JALON
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