DESDE VELILLA DE MEDINACELI HASTA EL CIELO PASANDO POR AMBRONA

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La semana pasada nos poníamos las botas para visitar Alhama de Aragón y sus aguas termales. Conocimos la vida de un emprendedor que vio las posibilidades de los recursos de esta zona y puso en marcha toda la maquinaria para atraer aquí a la gente. Ejemplos nos da la historia de cosas que pueden hacerse. El sr. Matheu consiguió hasta hacer pasar al tren por Alhama de Aragón, cosa que cada vez ocurre con menor frecuencia y en peor condición. Estuvimos paseando bañados por la luz que se cuela entre las rocas que arropan a este pueblo y a su lago, en el que toda la comarca nos hemos dado un chapuzón. En el viaje de la semana pasada no nadamos, pero buceamos un poco en tiempos pasados e intentaremos usar para el futuro los aprendizajes logrados.

Este fin de semana lo aprovechamos, con la Semana Santa y el buen tiempo, para hacernos una ruta que tenemos pendiente a varios sitios de diferentes pueblos. Primero ascendemos por la carretera que une la antigua N-II con Velilla de Medinaceli, poco más arriba de la desembocadura del río Blanco en el Jalón. Esta carretera es preciosa para subir en bicicleta, de paseo o en coche descapotable, pero desde luego, para los habitantes de Velilla de Medinaceli no debe ser un punto bueno. Llegamos a este pueblo con encanto y gran solera, en el que vivió Julia, el gran amor platónico de Gustavo Adolfo Becquer. Hemos subido hasta aquí arriba para conocer, de primera mano, la nueva 'Ruta de la Chorronera'. 

Con una longitud de 2,7 kilómetros y especialmente diseñada para recorrerla a pie o en bicicleta, no en vehículos motorizados, aparcamos nuestro coche y nos vamos andando. Desde Velilla de Medinaceli, el recorrido se inicia en dirección al molino, pasando después por la central hidroeléctrica, la Chorronera y la Taina para bordear la Peña Atalaya y finalizar de vuelta a Velilla en el lavadero de la localidad. Confesaré que mis botas no han dado para tanto, pues nos esperaba más visita, así que hemos ido directos a ver la Chorronera, que en esta época del año está preciosa. Con las nieves y lluvias recogidas este invierno, el agua del río Blanco cae desde lo alto, creando un sonido y una imagen que merece ser contemplada y notar como se para el tiempo admirando esta maravilla. El camino lo han dejado perfecto hasta el desvío, aunque algún sembrado dificulta claramente el acceso. Habría que mirar esto de cara a los visitantes, si yo no la conociera no me habría atrevido a pisar la cebada sembrada sin saber si por ahí llegaría al destino.

De vuelta vemos el Lavadero, que lo han dejado estupendo y en las calles, los letreros pirograbados en madera de sabina le dan un toque a Velilla que no ha tenido en muchos años. El pueblo es digno de una visita para todo el que no haya venido en un año y ahora hasta hay cobertura. Un mundo nuevo ha llegado.





Montados de nuevo en el coche, nos vamos camino a Medinaceli, pasando antes por Lodares para comernos un torrezno y tomarnos un refresco, que en Velilla hay cobertura pero todavía no hay bares. En el Restaurante Torremar nos recibe Javi, al que le decimos que no nos quedamos a comer porque nos han invitado en El Cielo de Medinaceli. Aquí están siempre preparados para atender al que aparezca, pero mejor otro día reservamos y nos sentamos con él a la mesa. Nos dice que antes de la comida, tenemos que pasar por Ambrona y ver el yacimiento, que se ve en poco rato y merece la pena conocerlo. ¿Qué vamos a hacer mas que hacerle caso? Ponemos rumbo a Ambrona subiendo hacia Medinaceli Villa y desviándonos hacia Miño de Medinaceli, que de ahí el museo paleontológico está a un paso.


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Llegamos al yacimiento que fue excavado por primera vez por el Marqués de Cerralbo. El mismo que excavó Arcóbriga y tantos otros lugares de nuestra comarca. Esto fue a principios del s.XX. Después hubo excavaciones en los años 60, 80 y 90, extrayendo de aquí fósiles de elefantes del pleistoceno, además de grandes bóvidos y caballos. También se encontraron restos de ocupación por seres humanos en esta zona. Todo ello está en su mayoría repartido por museos como el Numantino o el Arqueológico Nacional, pero también en Ambrona podemos ver algunas cosas como cuernos de elefante, herramientas humanas, huesos de patas y vértebras... es apasionante pensar que llevan aquí 400.000 años y que los habitantes que esta zona moraron fueron, por ejemplo, los primeros en hacer cerveza en Europa. Para los que vengáis con niños, hay una réplica de Elephas antiquus en la que les gustará seguro jugar a ser prehistóricos y hacerse unas fotos. Tenía razón Javi de Restaurante Torremar, se visita en un ratito y merece la pena darse el paseo. 


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De modo que terminamos nuestra ruta tan a tiempo de las dos de la tarde, así que nos quitamos las botas para ponernos los zapatos y hoy sí, #MePongoLasBotas también en sentido figurado. Subimos a la Villa de Medinaceli y tras saludar al Arco Romano, nos metemos por una de sus encantadoras calles empedradas para llegar a El Cielo de Medinaceli. Disfrutamos de un aperitivo en la terraza al sol de abril, que es un lujo que no está pagado. Después pasamos al comedor, donde la atención es exquisita, como la decoración. Comemos... la carta es tan variada y original, que lo que nos recomienda Rubén, que acierta al 100% hasta con los postres. Bendita torrija de chocolate blanco. ¡Y nos la queríamos perder!

La semana que viene andaremos para ver si adelgazamos lo que hemos cogido esta semana, poniendo la puntilla en El Cielo. Nos pondremos las botas de nuevo para acercar al mundo las maravillas del Alto Jalón que permanecen en modo oculto. Tenemos muchas deudas que pagar en cuanto a visitas se refiere, de modo que saldaremos alguna con la gente que nos espera y nos quiere. Hasta la semana que viene.



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