¿AMOR?

En pleno siglo XXI, el concepto de “amor” es muy diferente a como nos lo contaban nuestros abuelos, quienes seguramente aun lo recuerden con cierto brillo de felicidad y sinceridad en sus ojos.

Antes, el amor significaba la base de algo grande, de una historia donde había cooperación y compromiso. Ahora, poco menos que si te comprometes, parece que has terminado de “vivir”.

Los amores de hoy en día están sometidos a muchas dudas existenciales y ambiciones personales, queremos tener todo tan planeado que nos olvidamos de sentir. Le damos mil vueltas al perfil de la persona que nos llama la atención como: ¿Será lo suficiente guapo? ¿Les caerá lo suficiente bien a mis amigos?, y miles de preguntas sin sentido que alguna vez se nos han pasado por la cabeza, donde primaban mas las expectativas de los demás que las nuestras.

La sociedad actual nos influye para que creamos que lo correcto es un amor líquido; relaciones fugaces, rollos de una sola noche, relaciones por redes sociales y mil locuras más.

El amor de hoy en día se crea con miedo, porque muchas relaciones nacen de la ansiedad que provoca la soledad. No queremos estar “atados”, pero tampoco solos. Y ya del postureo, ni hablamos.

Todo va evolucionando, incluso nosotros. Somos los que debemos decidir que tipo de amor queremos, ¿amor desinteresado o por interés? Hemos pasado de creer que regalar rosas es un acto de amor, a darnos por satisfechos con un simple “like” o un comentario en las redes sociales para sentirnos queridos.

Para mí, la clave está en quererse, y no quererse de cualquier manera, sino de quererse por encima de nuestras inseguridades, miedos, y por el qué dirán. Somos lo suficientemente fuertes para decidir si es mejor estar solos, o conformarnos, y ahí, es donde está la clave.

El amor siempre ha sido una fuente de fuerza inagotable, pero ¿el amor propio? Para mí es el motor que hace que nos despertemos cada día con un sueño y con ganas de superarnos, porque sí, porque que lo valemos.