EL CASTILLO DE MONREAL DE ARIZA

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Iglesia de nuestra senora de la asuncion de monreal de ariza


La semana pasada nos calzamos nuestras botas para descubrir el Embalse de Monteagudo y la singular historia en la que un pueblo, Monteagudo de las Vicarías, empeñado en tener agua para sus campos, se las ve y se las desea, con una pandemia de por medio, para llevar a buen término el proyecto. Allí conocimos a Alberto Gonzalo, arqueólogo, jefe de excavación en Arcóbriga y conocerdor profundo de la historia de esta zona de frontera y batallas en la que habitamos. A pesar de empeñarnos en llamarle Antonio, lejos de enfadarse, nos acompañará este fin de semana de nuevo. Quizá sigamos las huellas de sus botas de sabio durante mucho tiempo.

Esta semana, como lo prometido es deuda, cruzaremos la línea imaginaria que nos separa en el espacio y nos ha unido con el tiempo. Ser de 'la raya' es extraño salvo cuando entendemos que es lo nuestro, lo que nos identifica, lo que nos marca y lo que une esta comarca. Hoy #MePongoLasBotas para ir a Monreal de Ariza y visitar su Castillo del s.XII, ese que 'El País' ha puesto de moda en toda España, publicando un trabajo que estaba pendiente de salir a la luz y que presentan, el póximo martes, a través del canal de Youtube del Museo Arqueológico Nacional. ¿Nos contarán algo nuevo?.

Cuando llegamos a su falda, nos sentimos como Alfonso I, que con la reconquista de la zona, en el año 1128, quiso marcar los límites de su Reino e hizo este castillo en Monreal de Ariza, extendiendo la línea fronteriza hasta Monreal del Campo, donde construyó otra fortificación para crear la división imaginaria que delimitase sus dominios. La idea era marcar su avance ante los Almorávides, pero también defenderse de la intromisión del Reino de Castilla en el Valle del Jalón.

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La construcción de esta ciudadela, en lo alto del cerro, debió ser complicada para los ocupados en ello. Sus muros, nos cuenta Alberto, contienen restos de huesos. Cuenta la leyenda negra de Alfonso I que, con la ayuda de la Militia Christi, que se convirtieron en Templarios luego, conquistaron sangrientamente esta zona. A los muslumanes presos tras la contienda, los tuvieron trabajando levantando el tapial (muro de barro prensado y encofrado) mezclando tierra arcillosa con restos humanos de un próximo cementerio. Cruel castigo tras perder una guerra el construir un castillo para tu enemigo con los huesos de tus muertos.

El Castillo de Monreal de Ariza, como buena propiedad de zona fronteriza, ha cambiado varias veces de dueño. Suficiente que está en pie la fortaleza con tanto inquilino molesto. Además, para mayor probabilidad de inestabilidad del asentamiento, esta fortaleza está construida en una décima parte del tiempo que se empleaba para la capacidad de su tiempo.

Alfonso I tenía prisa. Sabía que aquí siempre habría enfrentamiento. Si no, que se lo digan a 'los Pedros', que como 'los Javis' modernos, hicieron una película de gran éxito: La Guerra de los Dos Pedros. Dos siglos después de la construcción de la ciudadela de Monreal de Ariza, Castilla y Aragón se enfrentaban por el control del acceso al valle del Jalón en este punto. Pedro IV de Aragón lo perdió en favor de Pedro I, el cuel (o el justo, según quién), que declaró preferir hundirlo antes de entregarlo a su homónimo de nuevo. Y quizá así quisiera hacerlo. Y quizá fuera él mismo, viendo la posibilidad de ser derrotado, el que empezase a empujar piedras y muros para echarlo al suelo. Y quizá una de esas grandes rocas al caer, creó la cápsula del tiempo de la que durante estas últimas semanas hemos estado leyendo.

La fortaleza se mantiene en pie gracias, entre otras cosas, al empeño de Javier Ibáñez, que estando trabajando en Arcóbriga, despertó al Ministerio de Cultura, propietario de este monumento, para que lo afianzase aunque sólo fuera por el temor a causar daños personales en su derrumbamiento. Sería una inmensa pena perderlo. Entre sus muros se cuentan historias de otros tiempos. Este castillo es un símbolo de la comarca de la raya. A este lugar venían a pelearse castellanos y aragoneses por mantenernos a un lado o a otro de los reinos. Con el paso de los siglos aquí seguimos, partidos en dos por una línea en el mapa, pero como ya no hay guerras, nadie nos (re)construye castillos ni invierte en nuestros pueblos.

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Tendremos que volver a Monreal de Ariza. Hay que hablar de su iglesia de arquitectura románica del Pirineo, que bien podría servir de espacio expositivo para montar un museo. También me quedo con las ganas de descubrir las bodegas, pero me las van a enseñar otro día por dentro y le pondré cariño a esa visita que tengo apuntada en mi cuaderno con letras de oro. Aunque ya me han dicho que no hay vino ahí guardado, seguro que guardan historias del corazón de esta tierra que ha visto nacer tesoros. Alguno ya hemos descubierto.

La semana que viene nos volveremos a poner las botas para recorrer rincones de nuestra comarca y contar alguna de sus historias, anécdotas o leyendas. ¿A dónde iremos? Si el coronavirus nos dejara, iríamos a visitar a Sergio Enguita para hacerle andar y que nos invitara a comer luego. El Sendero del Sacristán, en Ariza, nos está esperando hace tiempo. Si no, aquí al lado está Arcóbriga... 

Mientras escribo esto, sentado en una mesa del Restaurante Castilla y Aragón (siempre me sale llamarle Los Castillejos) comiéndome un torrezno, Alberto Gonzalo observa desde lejos el yacimiento y me dice: -"Fran, tienes que ir a verlo"-. Pues nada, decidido. Ya lo siento Sergio, que no se me enfaden en Ariza. La siguiente semana haremos el sendero, pero si lo dice Alberto... Nos pondremos las botas la semana que viene para ir al yacimiento. Vendrán con nosotros Miguel, Dani, Sergio y seguro que alguno de los que lo estáis leyendo. ¿Queréis apuntaros? Escribidnos a contacto@elaltojalon.es y lo organizamos. ¡Os espero!.

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