EL CASTILLO DE SOMAÉN

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La semana pasada nos pusimos las botas para visitar en Almaluez la explotación de Almendras de Soria, situada sobre las pistas de un antiguo aeródromo de la Guerra Civil donde la desgracia hizo que, el mismo día que acababa la contienda, dos pilotos murieran en un accidente al hacer cabriolas celebrando el final de la guerra. Miguel García Pardo, Rogelio García de Juan y Jorge Luis Muntadas Claramunt, "Muntaditas", eran los nombres de estos tres pilotos que volaron aquel día dirección Madrid para comprobar el estado del frente. Al regresar a Almaluez, eufóricos por lo que habían visto, Rogelio maniobra para lucirse a muy baja altura y choca contra la tierra. Al poco, Miguel, que perseguía el aparato de Jorge Luis, entra en barrera y se precipita también sobre la pista. Ambos murieron, quedando tan solo "Muntaditas", que fallecería meses después estrellando su avión en la playa de Estepona. Tragedia a parte, ahora lo más grave que ocurre en esta tierra, propicia para el cultivo de la almendra, es que las heladas tardías se 'carguen' las flores y los almendros no produzcan lo que sus dueños querrían.

Hoy #MePongoLasBotas para conocer de primera mano uno de los castillos más y mejor rehabilitado del Alto Jalón. Lo encontramos en Somaén, pedanía de Arcos de Jalón habitada por 29 personas según el último censo y en la que hay unas calles y unas majestuosas casas que son capaces de hacer sombra a cualquiera de los pueblos más bonitos de España. Nada más cruzar desde la antigua Nacional II el estrecho puente sobre el Jalón, podemos aparcar y pasear subiendo, cuesta a cuesta y escalón a escalón, hacia el castillo que se erige orgulloso sobre este valle rocoso y escarpado. Mirando al cielo, los buitres leonados nos dan la bienvenida recordándonos de nuevo que aquí nadie los mira... Un paseo por este pueblo, descubriendo sus entrañas, nos transporta a otro tiempo y casi a otra dimensión, donde lo bucólico deja paso a la impresión de que estamos en un lugar creado para la relajación, la vida calmada y darle gusto al corazón con la belleza que hay en cada rincón, en cada puerta y en cada balaustrada. Las flores en esta época del año lo engalanan más si cabe. Aquí todo el mundo trabaja para mantener bonita su casa, aunque a simple vista podemos ver que la furgoneta que más viene a Somaén es la de El Jardín de Clara. Se nota su toque en muchos porches y entradas... y también hemos visto en sus redes que no para de traer a este pueblo arreglos florales y plantas.


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Llegando ya a la cima, el Castillo de Somaén, ahora convertido en hotel, se asoma entre los pinos. Hace 4o años que este lugar es de Manuel de la Torre, que lo compró por 14.100 pesetas. Pero anteriormete fue, en el s.XIV, del Conde de Medinaceli previo a que Medinaceli fuese Ducado. Pero volvamos a Manuel de la Torre... No parecían tanto 14.100 pesetas de entonces... El caso es que fue el más avispado y vio el potencial de esta zona, muy bien comunicada con a penas hora y media de distancia con Madrid y Zaragoza. Se enamoró del encanto del que él bautizó 'El pequeño Cañón del Colorado" y rehabilitó el castillo como vivienda o apeadero de fin de semana. Con sus amigos encargándole la construcción de las casas que ahora dan carácter al pueblo, comenzó una aventura con la que ha recuperado Somaén y ha creado puestos de trabajo y consumido en el comercio y los negocios de la comarca. Lo que se traduce en dinamizar la zona. 


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Rápidamente Manuel se dio cuenta de las carencias de la comarca. No encontraba un hotel donde alojar a alguien que todavía no tuviera casa. También echaba de menos no tener en Somaén un restaurante donde comer . Entonces decidieron hacer 'La Posada de Santa Quiteria' en una antigua casona y posteriormente habilitar también como hotel la torre pentagonal del Castillo. De esta manera, han conseguido tener un hotel con 12 habitaciones, en un complejo que recuerda a la más lujosa villa de Ibiza y en el que puedes relajarte con el silencio solo roto por el cantar de los pájaros en los árboles, comer en un restaurante con una cocina magnífica, o bañarte en una piscina enclavada en la falda de la montaña con un mirador con el suelo de cristal desde el que divisar los meandros de nuestro río. Las cinco estrellas son de justicia para este hotel que hace las delicias de todo visitante a nuestra comarca.


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El hotel no tiene desperdicio y merece la pena cada rincón. Cada habitación tiene su alma. Hay en las que una pared es parte de la montaña y duermes mientras escuchas caer el agua que por ella resbala. La integración con el entorno y la naturaleza es seña de identidad de cada una de las estancias. Amplísimos ventanales y suelos de cristales. Transparecias apoyadas en las increíbles vistas que tiene este castillo de torre con cinco aristas. La torre está ocupada por estancias de descanso, juego y lectura, además de por habitaciones. El buen gusto y el cuidado por el detalle están presentes en cada lugar de este complejo que, después de una temporada cerrado por el invierno pandémico en el que nos hemos congelado, abrirá muy pronto sus puertas para recibir de nuevo a sus clientes. No en vano, este es el lugar perfecto para desconectar de las noticias de contagios y de los distanciamientos. La pequeña capacidad, junto con el espacio y la privacidad, hacen que sea muy complicado coincidir con otros huéspedes. Es el lugar ideal para descansar tras estos duros meses. Los que quieran venir que se pongan las pilas, pues las reservas están que vuelan en Booking, en Weekenddesk y en su propio portal web. Son las ventajas de vender por Internet y de tener la garantía de que tu producto da el nivel. Y lo dan en sintonía entre el hotel y el restaurante, que da un paso adelante y ya está abierto para que podamos disfrutar de su cocina fusión entre Perú y el producto autóctono del Alto Jalón. Parecería que este nivel nos puede dejar la cartera vacía, pero nada que ver, una media de 35 euros el cubierto lo hace apetecible para venir todos cualquier día.


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Nos vamos hoy sin comer del Castillo de Somaén porque hemos venido a una hora en la que no se podía, pero prometemos volver a probar su famoso ceviche de lubina. La semana que viene nos pondremos de nuevo las botas para poner el foco sobre lugares interesantes, patrimonio o entornos naturales. Tenemos en la comarca un tesoro y tenemos que mostrarlo. El sábado que viene volveremos a sacar oro. ¿Quieres venirte a buscarlo?.



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